El día sábado 25 de Junio del 2016, como parte del apostolado, asistimos al Instituto Nacional de Migración (INM) con la intención de acompañar a los migrantes allí «retenidos» e intentar paliar, en la medida de lo posible, el sufrimiento de su travesía.
Colorear mándalas, compartir café y galletas, además de la presencia física fueron «el pasaporte» al corazón de estas personas que nadie escucha, que nadie ve, que son invisibles a la sociedad.
La convivencia -durante dos horas con 22 de ellos-, fue una experiencia consoladora de re-conocimiento humano, un encuentro con hombres que tienen dignidad, nombre y rostro, pero sobre todo que saben sentirse hijos de Dios y así lo expresan.
En la despedida, agradecimos todos a Dios, ése Dios encarnado que un día salió de Belén y atravesó el desierto, al igual que ellos.
Sentires:
Desde el corazón de Yadira
Desde la otra «orilla», Santiago
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